jueves, 22 de diciembre de 2016

Predecible vuelta

Vuelve el cacareo de la tecla que teclea el cacareo de la vuelta
presionando con suavidad la grotesca y bella risa portátil del pecé
que se reconoce en la autoría de mis peores letras y de las mejores
-qué más da- inconfundibles en la arena de una pasividad mediada por una foto y un "me gusta",
validando lo predecible y pasando por encima de la sorpresa como quien
no consigue evitar mirarse en un espejo que lo ocupa todo y apenas refleja nada,
aunque nada no exista porque siempre hay algo. Y siempre tampoco exista. Pero nunca sí,
como no dice aquel refrán que odio y él me ama -o eso grita-, en una noche de noticias confusas donde el juego identitario apunta  a la cuarta línea del documento financiero
mientras rueda una cabeza acariciando el silencio de la pendiente, atenta y tensa
para evitar inclinarse demasiado,
no vaya a ser que.