domingo, 18 de diciembre de 2011

Cuchara

‹‹Lo importante es el interior››. Bah. Tonterías. Y más cuando eres una cuchara y tu interior es exactamente igual que tu exterior: una aleación de metales que ni sé ni me importan.

Disculpen, pero es que me desespera ver anuncios como el que se acaba de emitir por la tele de la cocina. ¡Aún me tiembla el aluminio! Esas cucharillas de los anuncios de los helados, con sus mangos estilizados y sus cabezas completamente huecas. ‹‹ ¡Eco! ››. Se pasan la vida contándote sus pavadas mientras te deslumbran con la falsedad de su sonrisa:

– ¿Sabes? Esta última semana rodé un anuncio de Häagen Dazs con Shakira. Tiene unos labios…

¡Agh, se me ponen los cobres de punta! Y es que eso es lo peor de todo, que las muy _________ se pasan los días introduciéndose en las bocas más cotizadas y degustando, qué digo degustando, hinchándose a helados y cafés con doble de nata y otras tontadas. Y ahí les tienen, no les sobra ni un gramo. Es horrible. Y una, que sólo come sopitas y verduras, está hecha una olla exprés. No sé de qué me sorprendo, si ya me lo advertía mi madre:

– Hija, la que nace sopera, sopera se queda.

¡Y qué razón tenía! Aunque parte de la culpa es suya, ¡a quién se le ocurre casarse con un cucharón! Es de locos.

Lo cierto es que no sé qué mas hacer, lo he probado todo. Incluso contraté los servicios de un mentalista para ver si doblándome y desdoblándome me quedaba como una cucharilla de postre. Pero nada.

Bueno, les dejo, que alguien acaba de entrar en la cocina y yo tengo que seguir sumergiéndome en caldos sosísimos a 100º C de temperatura. ¡En pleno mes de agosto! Es para reírse. O llorar. Que alguien me saque de esta residencia de ancianos, por fa…glup…glup…